Mireia Compte | Barcelona
Las ciudades de 15 minutos: rediseñar el entorno urbano para una vida más sostenible y saludable
El concepto de las “ciudades de 15 minutos” está cobrando cada vez más protagonismo en el debate urbanístico global. Esta visión propone reorganizar las ciudades para que sus habitantes puedan acceder a los principales servicios —trabajo, educación, salud, comercio, ocio— a no más de 15 minutos a pie o en bicicleta desde sus hogares. Un planteamiento que busca reducir la dependencia del automóvil, mejorar la calidad de vida y contribuir a la sostenibilidad ambiental.
El urbanista franco-colombiano Carlos Moreno acuñó el término en la década de 2010, abogando por un urbanismo centrado en el ser humano, con barrios compactos y autosuficientes. Su propuesta responde a los desafíos contemporáneos: la crisis climática, la congestión urbana, la pérdida de cohesión comunitaria y los impactos sobre la salud derivados del sedentarismo.
Barrios multifuncionales: el corazón de una ciudad accesible y resiliente
A diferencia de los modelos urbanos tradicionales —basados en la zonificación estricta—, las ciudades de 15 minutos promueven barrios mixtos y multifuncionales. En estos espacios, las funciones residenciales, comerciales, educativas y recreativas conviven, reduciendo la necesidad de largos desplazamientos. Esta integración impulsa comunidades más vivas, seguras y resilientes, con una identidad más cohesionada.
La movilidad sostenible es un pilar clave del modelo. Al reducir las distancias, se incentiva el transporte activo —como caminar o andar en bicicleta— y se mejora el acceso al transporte público. Esto contribuye directamente a la reducción de emisiones contaminantes, el ruido urbano y la ocupación del espacio público por automóviles.
Más salud, menos emisiones: beneficios transversales del nuevo urbanismo
La evidencia muestra que las ciudades compactas y caminables promueven estilos de vida más activos. Caminar diariamente para ir al trabajo, hacer compras o llevar a los niños al colegio se traduce en una mayor actividad física, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad y trastornos metabólicos.
Además, al reducir el uso del automóvil, se mejora la calidad del aire y se liberan espacios que pueden transformarse en parques, plazas o infraestructuras sociales. El enfoque también tiene implicaciones económicas: fortalece el comercio local, reduce los costos sanitarios asociados a enfermedades crónicas y estimula la productividad al disminuir los tiempos de desplazamiento.
Recuperar el espíritu del pueblo en la gran ciudad
Para muchas comunidades, este enfoque implica recuperar una forma de vida más tradicional, inspirada en el funcionamiento de los pueblos pequeños. Lejos de los grandes centros comerciales y las urbanizaciones alejadas, las ciudades de 15 minutos proponen un entorno donde las tiendas de proximidad, las plazas peatonales y la interacción vecinal recuperan protagonismo. La proximidad facilita desplazamientos a pie o en bicicleta, dejando atrás el modelo de dependencia del coche particular.
Retos estructurales y resistencia al cambio
Sin embargo, la implementación del modelo enfrenta desafíos significativos. Muchas urbes están diseñadas en función del automóvil, lo que requiere una transformación profunda de la infraestructura existente. La resistencia al cambio también proviene de sectores económicos ligados a la movilidad tradicional, como la industria automotriz o el desarrollo inmobiliario suburbano.
A pesar de ello, los defensores del modelo argumentan que los beneficios a largo plazo —en términos de salud pública, sostenibilidad ambiental, dinamismo económico y calidad de vida— justifican con creces los esfuerzos iniciales de adaptación.
