Ana María Ayuso | Madrid
Un reciente análisis sobre salud y mortalidad en España revela que los habitantes de las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia presentan un mayor riesgo de mortalidad general —incluido por cáncer— en comparación con quienes residen en zonas rurales. Sin embargo, los expertos advierten que no se ha identificado aún un patrón claro que delimite una relación directa entre el entorno urbano o rural y la salud, lo que subraya la necesidad de un enfoque más matizado.
Aunque las áreas metropolitanas concentran mejores infraestructuras sanitarias y servicios, los factores de riesgo no se distribuyen de forma homogénea ni siquiera dentro de las mismas ciudades. Las diferencias entre barrios, muchas veces marcadas por la renta, el acceso a espacios verdes, el nivel educativo o la contaminación ambiental, pueden condicionar de forma determinante la salud de sus habitantes.
La brecha social, económica, cultural y medioambiental entre los entornos rurales y urbanos pone de manifiesto un desequilibrio estructural que afecta al bienestar de la población. Para avanzar hacia una mayor equidad, los especialistas insisten en la urgencia de desarrollar herramientas analíticas más precisas que permitan implementar políticas públicas específicas y efectivas.
Además, se requiere una mayor inversión en investigación para identificar los determinantes concretos de la salud en cada contexto territorial. Este conocimiento permitiría diseñar estrategias de intervención más inclusivas, resilientes y sostenibles, que tengan en cuenta las particularidades de los diferentes entornos y contribuyan a reducir las desigualdades sociales en salud.
En un país con marcada diversidad territorial como España, garantizar el derecho a la salud en condiciones de equidad es una cuestión esencial de justicia social.
