Esther Tobarra | País de Gales, Reino Unido.
Pesticidas en la dieta: ¿qué riesgos implican para nuestra salud?
Es bien sabido que una dieta rica en frutas y verduras se asocia con numerosos beneficios para la salud. Sin embargo, cada vez hay más evidencia científica que sugiere que el modo en que estos alimentos se cultivan también importa. En particular, los productos provenientes de la agricultura ecológica —libres o con una mínima cantidad de pesticidas— podrían representar una opción más saludable, especialmente por su menor carga tóxica.
¿Qué sabemos sobre los pesticidas y su impacto en la salud?
Diversos estudios han vinculado la exposición a pesticidas con efectos neurotóxicos, potencial cancerígeno (clasificaciones 2A y 2B según la IARC), alteraciones hormonales (disruptores endocrinos), y riesgos teratogénicos y mutagénicos. En otras palabras, estas sustancias pueden afectar el desarrollo neurológico, alterar funciones biológicas clave y causar mutaciones celulares.

Las principales fuentes de exposición para la población general son:
- La dieta, a través del consumo de frutas y verduras tratadas con pesticidas.
- El uso de insecticidas domésticos.
- La exposición laboral en el sector agrícola.
Aunque la medición de metabolitos de pesticidas en sangre y orina se realiza de forma habitual en Estados Unidos, en Europa estos estudios son aún limitados. No obstante, los datos disponibles muestran niveles similares —o incluso superiores— de exposición, particularmente en niños. Curiosamente, estos niveles aumentan proporcionalmente con el consumo de frutas y verduras.
Pesticidas y desarrollo neurológico infantil
La mayoría de las investigaciones más sólidas provienen de cohortes de mujeres embarazadas en EE. UU. expuestas a organofosforados. Los resultados son consistentes: sus hijos presentan desde el nacimiento reflejos más débiles, retrasos en el desarrollo a los dos años, problemas de atención a los tres y un coeficiente intelectual más bajo a los siete años.
Estudios realizados en Nueva York con el pesticida clorpirifós hallaron incluso alteraciones estructurales cerebrales, como el adelgazamiento cortical. La evidencia es clara: cuanto mayor es la exposición, más graves son las consecuencias.
Otros datos del estudio nacional NHANES en EE. UU. indican que por cada aumento de diez puntos en los niveles de organofosforados, el riesgo de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se incrementa en un 55%. Además, los niños con piretroides detectados en orina duplican la prevalencia de TDAH.
Agricultura ecológica: una alternativa tangible
Uno de los hallazgos más llamativos proviene de estudios que muestran cómo la eliminación temporal de productos convencionales en la dieta —sustituyéndolos por alimentos ecológicos— reduce notablemente la presencia de pesticidas en la orina infantil. Cuando se reintroduce la dieta convencional, los niveles vuelven a subir. Aunque es prematuro hacer afirmaciones absolutas, esta evidencia sugiere una relación directa entre tipo de alimentación y exposición a pesticidas.
¿Debemos dejar de comer frutas y verduras?
Rotundamente, no. Los beneficios del consumo de frutas y verduras siguen siendo incuestionables. El objetivo no es alarmar, sino informar. Estos estudios deben servir como base para tomar decisiones más conscientes a nivel individual y promover políticas públicas que limiten el uso de pesticidas, regulen con mayor rigor su seguridad y fomenten prácticas agrícolas más sostenibles.
La salud pública debe orientarse hacia una dieta saludable, sostenible y segura. La agricultura ecológica no es una panacea, pero sí un paso significativo en la dirección correcta para proteger tanto la salud humana como la del planeta.





