La OMS define salud como “un estado de bienestar físico, mental y social que permite el desarrollo óptimo del individuo”. Desde la pura definición del término, la salud planetaria va mucho más allá en su complejidad, ya que aspira a ese estado igualmente definido de salud, pero desde una perspectiva más global e igualitaria, que respeta los límites ambientales, salvaguardando el presente y futuro de la salud humana y del planeta.

 

Dicho de forma más sencilla, la salud planetaria se asienta en tres características:

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1) Pretende estudiar las complejas interconexiones y equilibrios entre la salud humana y los sistemas naturales.

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2) Incluye los determinantes sociales de la enfermedad y el concepto de equidad en salud, y

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3) Entiende la salud como un derecho universal que tiene que ser respetado para generaciones presentes y futuras.

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Así definida, la salud planetaria tiene en común con la clásica definición de la OMS el incluir no sólo elementos de la salud física, sino también mentales y sociales, y el entender la salud como un derecho que ha de ser garantizado a nivel individual, comunitario, poblacional y global. Sin embargo, se diferencia de esta definición en que por primera vez también se incluye la salud del planeta y la sostenibilidad a largo plazo, analizando los problemas de salud en su relación con las amenazas planetarias, los cambios en los ecosistemas y exposiciones ambientales más locales.

 

Uno de los beneficios de la salud planetaria es que viene a abordar asignaturas pendientes. Por ejemplo, el fallo conceptual al medir el progreso únicamente desde un punto de vista material y expansivo o la inequidad del impacto ambiental que aquejan los países en desarrollo y las poblaciones pobres dentro de los países ricos.

 

En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, algunos indicadores de salud planetaria estarían relacionados con la pobreza, la seguridad alimentaria, la gestión del agua, las energías y ciudades sostenibles, las emisiones de CO2, y los niveles de temperatura terrestre, la pérdida de biodiversidad, la desertificación, la salud de los océanos etc.

 

Algunos de sus retos tienen que ver con la complejidad y no-linearidad de las dinámicas entre los cambios ambientales y la salud. Los sistemas naturales se han degradado hasta un punto sin precedentes y hay nuevas exposiciones a contaminantes con efectos poco conocidos, lo que puede traer incertidumbres y sorpresas, así como resistencia a establecer ciertas correlaciones.

 

La investigación y colaboración multi y transdisciplinar pretenden dar respuesta a estos retos, siendo métodos innovadores y necesarios de los que se nutre la salud planetaria, para responder adecuadamente a sus preguntas complejas. Así,  puede ofrecer respuestas operativas que acaben con la inacción sustentada en la imperfección de la evidencia y la incertidumbre.

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