2 de julio de 2025. Antofagasta, Chile – En América Latina, la calidad del agua potable presenta marcadas diferencias entre países, a pesar de la abundancia natural de recursos hídricos en la región. La distribución desigual del agua, la carencia de infraestructura en zonas rurales y la contaminación de cuerpos hídricos son problemáticas persistentes que afectan a millones de personas.
La gestión del agua en el continente está fuertemente condicionada por factores políticos y socioeconómicos, lo que complica la aplicación de políticas gubernamentales sostenibles a largo plazo. No obstante, algunos países, como Argentina y Chile, han logrado importantes avances en saneamiento y mejora de la calidad del agua. En contraste, otras naciones como México y Perú enfrentan desafíos sustanciales, particularmente en comunidades marginadas.
Uno de los problemas más alarmantes es la presencia de arsénico en aguas subterráneas, una situación registrada en regiones de México, el norte de Chile y áreas del norte argentino. Esta contaminación, mayoritariamente de origen geológico, ha generado creciente preocupación tanto por sus efectos sobre la salud humana como por su impacto en la flora y fauna que dependen de estas fuentes hídricas.

La contaminación del agua es una amenaza global con implicaciones directas en la salud pública. Aumenta el riesgo de enfermedades graves, y su persistencia socava el desarrollo sostenible de las naciones. En este contexto, la cooperación entre gobiernos, organismos internacionales y la sociedad civil es crucial para garantizar el acceso universal a agua limpia y segura.

A pesar de los retos, varios países latinoamericanos han comenzado a implementar políticas públicas orientadas a mejorar el acceso y la calidad del agua potable. Estas incluyen inversiones en plantas de tratamiento, promoción de prácticas agrícolas sostenibles y normativas para reducir la contaminación industrial. La ciudadanía, cada vez más consciente del problema, exige mayor fiscalización sobre las principales fuentes de contaminación antropogénica, como la quema de carbón, la fundición de metales, la industria de semiconductores y la extracción minera.
Estas industrias, altamente presentes en América Latina, representan un serio riesgo si no se regulan adecuadamente. Por ello, la implementación de políticas eficaces y una supervisión constante son pasos fundamentales para proteger el agua, la salud de la población y la sostenibilidad ambiental del continente.





